Personería jurídica Nª 046/04 |
La causa por violaciones a los Derechos Humanos de Corrientes, tiene una serie de testimonios sólidos y creíbles que involucran personal del Ejército y de Gendarmería Nacional en graves delitos tales como desaparición forzada y torturas en concurso real.
No obstante en un intento desesperado de sus abogados
defensores intentaron presentar a los hechos como producto de una conspiración
de los denunciantes, llegando incluso a solicitar el allanamiento de
Pues bien, el texto que sigue ( la denuncia por privación
ilegal de libertad agravada por torturas y lesiones graves de Carlos Alberto
Achar Carlomagno) es un testimonio claramente coincidente con los vertidos a
CAMARA FEDERAL DE APELACIONES, Resistencia, Chaco.
Expte. N. 23.103 /1987 Fº 254 – LIII
ACHAR CARLOMAGNO, Carlos Alberto S/ su denuncia
DENUNCIA POR
PRIVACIÓN ILEGAL DE LIBERTAD
AGRAVADA POR TORTURAS Y LESIONES GRAVES.
II-
COMPETENCIA. Teniendo presente que el Art. 10 de
En
razón de la exigüidad del término y siendo un deber impuesto por la ley
evitar la prescripción de la acción penal y la impunidad, será incluso
pertinente el avocamiento directo de
HECHOS.-
La madrugada del 21 de agosto de 1976, siendo aproximadamente las 3:00
hs, irrumpieron en mi domicilio de la calle Mendoza 1265 un grupo de personas
armadas que dijeron pertenecer a fuerzas de seguridad, a pesar que la mayoría
de ellos iban vestidos de civil, había también soldados con uniforme militar
del Ejército, de Gendarmería y también de
Las personas que dirigían el operativo, como dije, iban vestidos de civil, pero con pilotos y borceguíes del Ejército. Una vez que me identifiqué ante uno de ellos, que más tarde reconocí como el Subteniente Barreiro, me pegó un fuerte culatazo de ametralladora, que me tiró al suelo boca arriba, inmediatamente me dio vuelta y pisándome la cabeza y torciéndome un brazo me llamaba con un nombre para mi desconocido “Martín”, a la vez que daba ordenes para que se presente en mi dormitorio el Teniente “Iván” (que como supe más tarde se trataba en realidad del Teniente 1ro. Losito), además daban ordenes para que encierren a mi abuela de 67 años en su habitación, sacándola de la mía a golpes y a empujones. Posteriormente me encapucharon y me esposaron las manos, una vez en la calle me tiraron dentro de un vehículo, cuyo piso era acanalado, cayendo arriba de una mujer, también atada y vendada, luego de un trayecto de unos quince minutos nos detuvimos en un lugar donde al parecer se produjo otro allanamiento y detuvieron a otras personas, una de ellas de sexo masculino fue arrojado dentro del vehículo en que íbamos.
De allí partimos a un lugar que parecía alejado de la ciudad, primero por un camino de cemento cortado y en mal estado, luego doblamos a la derecha en declive por un camino de tierra y después de un trayecto mas o menos corto, el vehículo se detuvo y dieron orden de que abrieran una tranquera. Una vez atravesada la misma, a los pocos metros fuimos descendidos violentamente del vehículo, con empujones, golpes de puño y cachiporras, caminamos unos metros y subimos dos o tres escalones, después fuimos introducidos en una habitación donde nos ataron al respaldo de una cama y posteriormente de un banco de madera, permaneciendo en esa posición más de 12 hs., según mis cálculos. Durante esas horas éramos golpeados e insultados regularmente, también nos decían que iban a torturarnos y que después nos matarían.
En ese lapso, yo trataba de ubicarme donde me encontraba, a través de los ruidos que escuchaba, como ser el ruido de autos y camiones que transitaban por una ruta cercana al edificio, esos ruidos parecían aminorarse como para pasar un puente que parecía estar relativamente cerca del lugar donde nos hallábamos. También escuchaba regularmente el ruido de un balde que caía al agua, por lo que presumí sería un pozo de agua o aljibe, que debía encontrarse muy cerca de la casa.
Cuando sería ya cerca de la noche escuché la vos de una mujer que pedía agua y que le aflojaran las ataduras; inmediatamente reconocí la voz de S. M., a quien llamé por su nombre, respondiéndome afirmativamente. A raíz de esto recibí un fuerte puñetazo en el estómago y otro en la cara. Pocas horas después sentí que desataban a un hombre que estaba cerca de mí y lo conducían a otra habitación, poco después empecé a oír terribles gritos de dolor, lo que duró bastante tiempo (una o dos horas).
Cuando los gritos cesaron, escuché pasos que se acercaban, me desataron y me introdujeron dentro de una habitación, una voz me ordenó que me desnudara, fui conducido hasta una cama sin colchón, con elásticos de metal, fui atado con alambre al respaldo de la cama, una voz me dijo que me iban a torturar con picana eléctrica y que me convenía colaborar y decir “la verdad”. Inmediatamente después me introdujeron un objeto metálico muy fino dentro del pene y otro objeto también metálico, como un lápiz, dentro del ano. Una persona que parecía ser médico, auscultó y dijo que podían empezar, al tiempo que recibí una fuerte descarga eléctrica que me producían dolores indescriptibles. Así empezó un interrogatorio, mezclado con insultos, vejaciones y amenazas contra mi vida y la de mis familiares. Las descargas eléctricas se repetían sin cesar, al tiempo que me formulaban preguntas. Esto se repitió durante un tiempo que me pareció eterno, pero que calculo duró mas de una hora, hasta que el médico dijo que pararan porque “empezaba a entrar en convulsiones”, dejándome un rato tendido en la cama y después empezaron a desatarme, en esta circunstancia me dijeron que la próxima “sesión” sería peor y que también iban a traer a mi abuela y mi padre para ser torturados. Me levantaron de la cama, al pisar el suelo me pareció que este era de tierra o de ladrillo con mucha tierra (no veía porque estaba encapuchado), me vistieron y me sacaron al exterior, que parecía ser una galería con piso de ladrillo y me ataron a una columna de metal no muy gruesa, desde allí escuché nuevamente la voz y gritos de S. M. En ese momento me desataron, me esposaron y me pegaron una trompada que me hizo rodar en declive hasta un “patio” de césped, allí tendido me dejaron un buen rato, cerca de mí sentía la respiración y ayes de un hombre, le pregunté su nombre en voz muy baja y me respondió “Ramón”. También seguía oyendo los ruidos de motores, como así también el olor y ruido de animales (vacas) un poco más alejado de donde estábamos. Tiempo después me levantaron y me introdujeron nuevamente en la habitación ; allí me dijeron que me iban a sacar la capucha y que debía mirar solamente al frente donde vería una cama, que si levantaba la vista o giraba la cabeza me matarían (detrás de mí había una persona que me apoyaba el caño de una pistola en la nuca), abrí los ojos y vi tendida en la cama a S. M., desnuda, con un cable que le salía de la vagina y otros cables como pegados con tela adhesiva a los pezones. Me dijeron que iba a presenciar la tortura de Silvia porque había contradicciones entre mi interrogatorio y el de ella. Es así que comenzaron a torturarla y hacerle preguntas, indicándoseme que yo debía verificar las respuestas si eran positivas o no. En la penumbra que rodeaba la cama pude distinguir la figura de tres personas: “el médico”, el que interrogaba y de otra persona sentada junto a una mesa donde había un bulto cuadrado parecido a una batería de automóvil; al final me empujaron violentamente cayendo arriba de S., entre risotadas e insultos me decían que la viole o que por lo menos le chupara la vagina. Ante mi negativa me levantaron y empujaron contra una pared que parecía un tabique de madera, empezaron a golpearme, a quemarme con colillas de cigarrillos e insultarme. En ese momento les pedí que por Dios dejaran de torturarnos, esto los enfureció más, siguieron las torturas al tiempo que me decían que Dios estaba del lado de ellos y que por lo tanto ellos eran Dios.
Momentos después, bajo amenaza de muerte, me subieron a un automóvil para llevarme a reconocer una casa, yo iba sentado en el regazo de una persona, siempre vendados los ojos. Al cabo de una media hora mas o menos, llegamos al Barrio Pujol, a la entrada de este Barrio me sacaron las vendas para poder indicarles el camino. La persona en la cual yo iba sentado me sostenía la cabeza para que no girara, aún así pude ver que se trataba de una camioneta Ford o Chevrolet de color amarillo claro o crema, como la casa que yo debía identificar quedaba a la izquierda de la calle, giré la cabeza para indicarles cual era y allí pude distinguir que el conductor de la camionera era el Capitán Demarchi y al lado de él estaba el Teniente 1ro Losito; una vez llegados a la casa me tiraron al suelo de la camioneta, viendo así que la persona que me traía en su regazo era el subteniente Barreiro, también por sus voces pude deducir que se trataba de los mismos que nos habían torturado a Silvia y a mí momentos antes. Una vez comprobado que la casa estaba vacía volvieron a la camioneta y mientras me vendaban de nuevo los ojos el Capitán Demarchi me dijo :”Hijo de puta ahora te vamos a reventar como le hicimos a los Cachos”. “Sabés de quien hablamos?” me preguntó el Subteniente Barreiro, yo respondí que no, entonces Barreiro me dijo; “Del Cacho Ayala y el Cacho Barozzi; al Ayala lo reventamos en la tortura y a Barozzi de un tiro en la cabeza y después lo tiramos en la laguna, esa que está cerca de la “quinta”, para que las palometas terminen con ellos”. Cuando llegamos de vuelta a la “quinta” me ataron a una silla, me pegaron un rato y después me dijeron “esta noche volvemos, o colaboras o te reventamos”. Pasaron muchas horas, yo pedía agua pero no me querían dar; después ya muy tarde alguien me desató y me llevó otra vez a la habitación , ahí me hicieron desnudar, me ataron nuevamente con alambre a “la parrilla” y me pusieron una especie de tela adhesiva en las tetillas, el estomago, el pene y los testículos, luego me tiraron un balde de agua fría y comenzó el interrogatorio mientras alguien con una especie de punzón me pinchaba las tetillas, el pene y los testículos, la corriente eléctrica me hacía saltar de dolor y la capucha me asfixiaba, en un momento dado como la capucha no me permitía hablar me la sacaron y quedé con las vendas en los ojos atada con alambre. El interrogatorio siguió y en un momento dado hice un fuerte movimiento debido al dolor y la venda se soltó y vi por un momento a tres personas sobre mi, vi al “médico” con un estetoscopio colgado al cuello (que como supe más tarde, se trataba en realidad de un doctor en Psiquiatría de apellido Aleson , al subteniente Barreiro y al teniente 1ro Losito. Esa noche la tortura duró más que la anterior, hasta que el médico dijo que yo estaba a punto de reventar. Pararon un rato y después me llevan de la cama entre dos, me dijeron que caminara, di un paso y caí perdiendo el conocimiento por completo.
A partir de ese momento entré en un estado de semi- inconciencia durante un largo período (quince días mas o menos) la mayor parte de ese tiempo pasé con delirios y visiones y por momentos recobraba el conocimiento y plena conciencia. En uno de esos momentos es que recuerdo que estaba dentro de una pequeña pieza muy iluminada, acostado en una cama con colchón y sábanas que tenían el sello del Hospital Militar del RI9. También en una de esas oportunidades vi penetrar en la habitación al Dr. Aleson con una jeringa que me inyectó en el brazo. En ese momento, entró otra persona, el Capitán Demarchi, al tiempo que sentía que perdía el control de mi cuerpo y entraba en un estado de somnolencia, mientras estas dos personas no cesaban de hacerme preguntas. Esto se repitió una o dos veces más.
Al cabo de unos días sentí que me transportaban entre dos soldados a un lugar muy cerca de allí (después supe que se trataba de una cuadra de madera donde funcionaba el casino de suboficiales dentro del mismo Regimiento). Allí en una pequeña celda improvisada seguí por un tiempo más en estado de extrema debilidad, siempre sentía que entraban y salían personas que me hacían preguntas y parece que yo respondía cosas incoherentes.
Hasta
que una mañana me desperté mas conciente, entró el teniente 1ro Losito y me
preguntó “que fecha es hoy”, yo traté de calcular y respondí que debía
ser 24 o 25 de agosto, él me respondió que era el 14 de septiembre. Al otro día
volvió y me repitió la misma pregunta, a la que yo respondí 15 de septiembre,
entonces me dijo :”bueno, ahora ya estás bien” y ordenó a dos soldados que
me llevaron al baño debido a mi debilidad física, me sentaron en una silla
bajo la ducha. Cuando me sacaban del baño vi que traían a S. M. al baño. Días
mas tarde me comunicaron que tendría visita; era de mi padre. Momentos antes
vendaron mis heridas en las muñecas, la parte de arriba de mi mano derecha
y me pusieron un parche en la entreceja debido a una herida causada por
los alambres de la venda que no cicatrizaban. Me dijeron que solamente debía
decir que estaba bien y que si mi padre me hacía alguna pregunta yo debía
mirar primero al mayor Karlson , que el me iba a hacer una seña si respondía o
no, también me advirtieron que las
manos las debía tener bajo la mesa sobre mis rodillas . La habitación estaba
rodeada de soldados con ametralladoras entonces
trajeron a mi padre sostenido por dos soldados debido a su precario estado de
salud y lo sentaron al otro extremo de la mesa, la entrevista duró diez
minutos. Mi padre pidió que se me permitiera abrazarlo pero el mayor Karlson no
lo permitió. Al volver a mi celda vi que dos soldados traían a
A partir de ese momento los interrogatorios se reiniciaron casi todos los días mezclados siempre con insultos, golpes y amenazas de muerte.-
Una
mañana el subteniente Barreiro me comunicó que esa noche me iban a fusilar
debido a mi falta de colaboración. Cuando ya era muy tarde entraron a mi celda
Barreiro y Losito , me encapucharon y con una gruesa cuerda me ataron los brazos
desde la cintura hasta los hombros, uno de ellos me sacó los zapatos, porque
decían que donde iba no los necesitaría, también reconocí la voz de Barreiro
cuando me dijo: “hijo de puta, ahora vas a ir a reunirte con los cachos al
fondo de la laguna”, me subieron a un vehículo e hicimos un corto trayecto,
yo presumo que podría ser atrás de las ex_instalaciones de Molinos Río de
Días después escuché y vi que traían nuevos prisioneros, frente a mi celda en el sector de las duchas alojaron a dos personas, una de apellido Núñez (Luis) y otra de apellido Almirón, también escuchaba las voces y llantos de M.A., S. M. y el de una mujer rubia procedente de Goya , profesora, que estaba en avanzado estado de gravidez a quien mas tarde vi. Un día me llevaron al sector de los piletones para que me afeitara y peinara porque íbamos a tener una visita muy importante, horas después abrieron la puerta de mi celda y desde allí se presentó el General Cristino Nicolaides, y dijo que todo lo que había pasado me lo tenía merecido y que así íbamos a aprender lo que era el Ejército Argentino, entre otras cosas.
Esa noche vino el cabo 1ro Pérez y nos comunicó que por orden del General Nicolaides nadie dormiría y que debíamos permanecer de pie toda la noche. Este cabo siempre nos maltrataba e intentaba a abusar de las mujeres.
Después me cambiaron al sector de las duchas porque todas las noches traían nuevos prisioneros , entre ellos a Raúl Merlo y a otra mujer embarazada que la pusieron en mi celda. Me alojaron junto con Núñez y Almirón (Chengo).
Fue
en ese tiempo que empezaron las “visitas” del padre Luchetti, capellán del
Regimiento. Este sacerdote nos decía que estábamos allí porque Dios nos
castigó, que debíamos colaborar con los militares; él, Luchetti es testigo
del estado en que nos encontrábamos a causa de las torturas. Le pedíamos ayuda
pero el nos decía que lo teníamos merecido que así “íbamos a pagar
nuestras deudas con el Señor”; en una oportunidad una mujer que estaba en una
celda al lado de la mía se confesó con Luchetti, a los pocos minutos después
que se retiró el sacerdote, escuchamos entraban los interrogadores y le hacían
preguntas, mientras la golpeaban, en base a la confesión secreta que le había
hecho al capellán. Cuando estos terminaron entró nuevamente Luchetti y le pidió
disculpas diciéndole que su deber era defender a Dios y
También en esos días trajeron detenido a Rogelio Tomasella, quien estaba herido de dos balazos y lo alojaron al final de la cuadra. Esta persona es oriunda de Goya.
A
fines de octubre fui trasladado a
La
primera semana de noviembre me llevaron de vuelta al Regimiento, en una
camioneta verde olivo, conducida por el Tte. 1ro Losito,
al llegar a la puerta del Casino de Suboficiales me vendó los ojos y me
condujo al sector de los piletones, la venda me quedaba floja así que pude ver
que allí se encontraba el capitán Demarchi, quien me golpeó al tiempo que me
decía que colaborase o iría de vuelta a la “parrilla”. Me mostraron,
Demarchi y Losito, dos o tres álbum de fotos, después Demarchi salió y Losito
me dijo que me parara en la puerta de los piletones , por un momento pude ver
que el casino estaba lleno de prisioneros; inmediatamente después me sostuvo
desde atrás los párpados y me dijo que abriera los ojos solamente si el
retiraba las manos , pero a pesar de eso yo podía distinguir a mi alrededor,
entonces empezaron a traer uno a uno a varios prisioneros, que al verme hacían
signos negativos con la cabeza. Entre otros pude reconocer interiormente a las
siguientes personas: Fernando Piérola,
estudiante de Arquitectura, Fernando tenía las piernas llenas de heridas
infectadas. Fuimos compañeros en
Después
de esto volví a los piletones, donde Losito me ofreció un cigarrillo; se
escuchaban lamentos y gritos de dolor. Entonces el me dijo :”¿escuchás?, hay
momentos en que no aguanto más; si ustedes colaborasen, esto se terminaría
pronto”. “Ahora voy a hablar con el jefe a ver que hacemos con vos”. Salió
y yo me quedé sin vendas ni esposas en los piletones, como a los veinte minutos
volvió y me llevó de vuelta a
El 14
de abril de 1977 me trasladaron a
Durante estos cuatro años y tres meses, además de estar privado de mi libertad, sin causa ni proceso, yo y mis familiares solicitamos el derecho de Opción para salir del país , lo cual me lo negaron siempre a pesar de tener visa para Bélgica, Canadá y Estados Unidos de Norteamérica.
En el
mes de octubre de 1981, estando aún bajo el Régimen de Libertad Vigilada fui
citado al Comando de
El 31 de Noviembre de 1981 partí hacia Canadá con el status de refugiado político donde en el mes de agosto de 1985 el gobierno canadiense me otorgó la carta de ciudadanía canadiense y el pasaporte canadiense, conservando siempre mi ciudadanía argentina.
Finalmente en el mes de Diciembre de 1985 regresé a mi país.
RESERVA
DEL CASO FEDERAL. Desde ya y para el hipotético caso que se invocara la
prescripción de las acciones penales al amparo de las normas de impunidad
regladas por
En
orden a ella,
Por cierto que la impunidad destinada a privilegiar a los autores del genocidio mas aberrante que asolara nuestro país constituye patente desprotección a los derechos humanos , que se protegen impidiendo su violación y sancionando a quienes lo han violado.
Por todo lo expuesto a V. E pido :
1. Me tenga por presentado, con el domicilio constituido y por formulada denuncia
2. Se disponga la instrucción de la causa penal, corriéndose vista al Sr. Fiscal de Cámara
3. Se tenga presente que solicito la intervención conferida por el Art. 100 bis del Código de Justicia Militar, conforme a la reforma introducida por el Art. 9, con todas las facultades que se me otorgan , tales como la de ser notificado de resoluciones, intervenir en el procedimiento judicial para lo que intervendrá mi letrado patrocinante quien acreditará la representación pertinente.
4.
Se requiera a
5.
Se tenga presente la cuestión federal por inconstitucionalidad de
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